Después de más de cinco años de trabajo y preparación, el Centro de Arte Hortensia Herrero abre sus puertas con el objetivo de ofrecer una nueva ventana al arte contemporáneo y acercar el mismo a los valencianos y visitantes de la ciudad.
Después de más de cinco años de trabajo y preparación, el Centro de Arte Hortensia Herrero abre sus puertas con el objetivo de ofrecer una nueva ventana al arte contemporáneo y acercar el mismo a los valencianos y visitantes de la ciudad. Ubicado en el corazón de Valencia, el espacio –que consta de 3.500 metros cuadrados expositivos– acoge una selección de la colección privada de la propia Hortensia Herrero: «Siempre he disfrutado de la pintura, del arte en general. He visitado galerías y museos por todo el mundo y he comprado algún que otro cuadro, convirtiéndome, sin darme cuenta, en coleccionista», ha confesado Hortensia.
Conocida por su compromiso con el arte y la cultura, la presidenta de la Fundación Hortensia Herrero ha sido la fuerza impulsora detrás de este proyecto, cuya visión y dedicación han sido fundamentales para hacerlo realidad. Un proyecto que, entre la restauración del edificio y las diferentes intervenciones realizadas, tanto arquitectónicas como artísticas, han supuesto un coste de 40 millones de euros: «Quiero agradecer a mi marido, Juan Roig, porque sin los resultados que obtiene de su empresa, esta realidad no hubiera sido posible», afirmaba Hortensia Herrero.
Una mirada internacional en el CAHH
Hortensia Herrero siempre ha tenido una sensibilidad especial por el arte y durante más de diez años ha estado coleccionando obra del máximo nivel. Por ello, su colección tiene una clara visión internacional, con artistas contemporáneos de prestigio reconocido que se encuentran en las colecciones de museos como el MoMA neoyorquino, la Tate Modern o el Centro Pompidou, entre muchos otros. La primera presentación de esta colección incluye más de cien obras de más de cincuenta artistas: «No solo hemos traído una serie de nombres destacados del arte contemporáneo, sino que hemos traído el mejor arte de estos creadores porque ha habido una gran implicación por parte de los artistas», explicaba Javier Molins, director artístico del Centro de Arte Hortensia Herrero.
Nombres como Andreas Gursky, Anselm Kiefer, Georg Baselitz, Anish Kapoor, Mat Collishaw, Cristina Iglesias, Michal Rovner, Ann Veronica Janssens, Eduardo Chillida o Tony Cragg son solo algunos de los más de cincuenta artistas que cuentan con al menos una pieza en alguna de las 17 salas expositivas del CAHH. Junto a ellos, otros artistas de renombre internacional como David Hockney, El Anatsui y Peter Halley, o los españoles Joan Miró, Miquel Barceló, Blanca Muñoz, Julio González, Antonio Girbés, Manolo Valdés o Juan Genovés.
Seis site-specifics o intervenciones permanentes
El espacio que alberga este recorrido expositivo, el antiguo Palacio de Valeriola, ha sido restaurado por el estudio ERRE Arquitectura. A la belleza de un espacio histórico singular y que recoge toda la historia de la ciudad, además, se suma la intervención específica de seis rincones del Centro de Arte por parte de otros tantos creadores. Se trata de seis site-specifics que se funden con el edificio realizados por artistas de nivel internacional.
Jaume Plensa ha intervenido el ábside que comunica el palacio con el jardín. El ombligo (melic, en valenciano, como lo bautizó el propio Plensa) del edificio, tiene ahora las paredes inundadas de letras y símbolos de diferentes alfabetos de todo el mundo. Tomás Saraceno, por su parte, ha realizado una instalación compuesta por seis nubes formadas por tetraedros y dodecaedros irregulares cubiertos por paneles iridiscentes que llenan totalmente el vestíbulo de dieciséis metros de altura. Sean Scully ha intervenido en la antigua capilla del Palacio, llenando de color el espacio. Cristina Iglesias lo ha hecho en la conexión entre el palacio y el edificio anexo, en una obra en la que el visitante podrá sentirse dentro de la misma. Olafur Eliasson ha dado vida en otro de los pasillos del edificio a un túnel con dos puntos de vista muy diferenciados: el de entrada, en el que podemos ver mil treinta y cinco cristales, cada uno con un diseño y una posición diferentes y que contienen todos los colores del arco iris, y el de salida, en el que vemos un túnel negro. Y, por último, Mat Collishaw, cuya obra se caracteriza por el tratamiento de temas clásicos de la historia del arte con la tecnología moderna.
Se trata, en definitiva, de seis intervenciones que, más allá de dialogar con el espacio, terminan integrándose en el propio edificio y dotándolo de una singularidad mayor. Todas estas obras se quedarán de modo permanente en el centro de arte, enriqueciendo la arquitectura del mismo y dotando de alma a este edificio.
Presencia de jóvenes valencianos
Radicado como está el Centro de Arte en Valencia, Hortensia Herrero no ha querido olvidar el arte más emergente y el ecosistema galerístico de la ciudad. La mecenas valenciana «se inició en el coleccionismo en su propia ciudad al adquirir obras de arte de los artistas que exponían en sus galerías para su propio disfrute en la intimidad de su hogar. Una práctica que ha continuado con el tiempo y que ha institucionalizado a través del premio de adquisición que cada año otorga dentro del evento conocido como Abierto València, con el que las galerías valencianas inician la temporada en septiembre. De 2014 a 2022, veintiuna obras de dieciséis artistas han pasado a formar parte de la colección Hortensia Herrero a través de este premio de adquisición, y dos salas del CAHH se han acondicionado para mostrar una selección de estas obras adquiridas en las galerías de Valencia», ha explicado Javier Molins.
Un espacio singular restaurado por ERRE
Si la selección que da forma a esta primera exposición no fuera suficiente, el propio continente de la misma, el edificio que alberga la sede del Centro de Arte Hortensia Herrero es una obra de arte en sí mismo. Está ubicado en el antiguo Palacio de Valeriola, una emblemática construcción de estilo barroco edificada en el siglo XVII con elementos neoclásicos en su fachada, y que resume la historia de la ciudad, desde la época romana, la visigoda y la islámica hasta la cristiana: «A este edificio le tocó la lotería en el momento en que mi madre, Hortensia, se fijó en él», afirmaba Amparo Roig, arquitecta y socia de ERRE, estudio responsable de la restauración del edificio.
La zona expositiva se organiza en torno a diecisiete salas repartidas en cuatro niveles. Uno de los principales retos del proyecto ha sido diseñar un recorrido continuo que ofrezca una experiencia cómoda y agradable a los visitantes a lo largo de sus más de 3.500 m2. Este recorrido se plantea de forma ascendente en el edificio de la calle del Mar y descendente en el segundo volumen, adyacente a la de San Cristóbal, conectando a través del edificio situado en el jardín. El conjunto se completa con un patio ajardinado, así como de un sótano, donde se pueden visitar los restos del antiguo Circo romano de Valencia, hallados durante las excavaciones arqueológicas. Este Circo romano fue la construcción más imponente de la ciudad en el siglo Il d.C. con una superficie superior a tres campos de fútbol (con 350 metros de largo y más de 70 de ancho).