Afectan tanto a jóvenes como a pieles más maduras, y aparecen por la oclusión y roce que causan las mascarillas. Los protocolos para calmar la piel y controlar los granitos crecen exponencialmente estos últimos meses.
Tras los problemas de piel que nos ha producido el confinamiento como deshidratación y envejecimiento precoz debido al estrés y exceso de cortisol, ahora muchas personas están sufriendo alteraciones cutáneas por el uso de las mascarillas. Tras los nuevos rebrotes, ahora mismo es obligatoria en casi toda España, y eso solo nos enseña una realidad: que las mascarillas han llegado para quedarse (al menos hasta que la pandemia pueda estar controlada).
Las mascarillas producen oclusión y roce, sobre todo en las zonas de ajuste. Hacen que disminuya la ventilación en la piel (menos oxígeno y más CO2) y aumentan la temperatura y humedad local, porque dificultan la evaporación de la transpiración. La consecuencia de todo ello son irritaciones, erosiones o incluso infecciones. La Directora del Centro Médico-Estético Felicidad Carrera, Leticia Carrera, nos especifica que las mascarillas FP2 y FP3 al ser más rígidas, van más ajustadas al rostro, por lo que dañan más en la zonas de roce que las quirúrgicas o higiénicas. Añade que «las zonas más susceptibles son las mejillas, el mentón, los pómulos, la nariz y la parte de atrás de las orejas». Las principales alteraciones que nos estamos encontrando en la piel son:
- Granitos, piel grasa y poros dilatados. La oclusión que causan las mascarillas bloquea los conductos de salida de la secreción sebácea, esto hace que la piel brille más, que acumulemos impurezas en los poros y se dilaten e incluso que salgan granitos. También está demostrado que el roce continuo participa en la aparición de granitos en las pieles más sensibles, lo que unido a la humedad puede ocasionar infecciones bacterianas y acné. Esta nueva «versión» del acné ya ha sido bautizada en el sector médico-estético como MASKNÉ. Cualquier grupo de edad puede verse afectado por él, aunque hay más predisposición en pieles mixtas, grasas y sensibles.
- En el polo opuesto, otras pieles están sufriendo sequedad e irritaciones. Las pieles sensibles, debido al roce y a la falta de ventilación bajo la mascarilla están sufriendo deshidratación, sequedad e irritaciones que se manifiestan con descamación, picores, enrojecimiento e inflamación.
- Las mascarillas también están causando problemas de dermatitis alérgica a alguno de sus componentes. Este hecho se agrava con las FP2 y FP3, porque están fabricadas con una mayor mezcla de materiales, aunque también puede desencadenarse por los colorantes de las mascarillas de tela, o por los elásticos.
- Igualmente estamos viendo un agravamiento de patologías preexistentes como acné, rosácea o dermatitis seborreica. En estos casos se suman varios desencadenantes, en primer lugar, una patología previa que se manifiesta en forma de brotes, el estrés por el confinamiento que agrava estos problemas de piel y ahora la oclusión de las mascarillas.
Por último, también han incrementado los casos de foliculitis, una infección de las glándulas sebáceas y el folículo piloso, debidos a la mayor humedad bajo la mascarilla que puede provocar un sobrecrecimiento bacteriano. Desde el Centro Médico-Estético Felicidad Carrera proponen las siguientes pautas, para mejorar estas alteraciones:
- Intensificar la limpieza y la hidratación, aplicando la crema hidratante preferiblemente con textura ligera por el efecto añadido del verano y el calor. Deberíamos aplicar la crema hidratante media hora antes del uso de la mascarilla, no inmediatamente antes.
- Si tenemos granitos, debemos evitar las cremas untuosas, los aceites y el maquillaje, a no ser que sea imprescindible y de hacerlo, que esté formulado con texturas en polvo o muy ligeras.
- Si tenemos irritaciones en las zonas de roce es conveniente utilizar productos anti-rozaduras, realizar descansos y cambios de mascarilla.