*Por su interés reproducimos este artículo de Albert Montagut publicado en el periódico La Vanguardia.
Una combinación entre el cambio de tendencias en el vestir y la imposibilidad de acudir a las tiendas a causa de la Covid-19 ha determinado la quiebra de uno de los buques insignia de la culturawasp estadounidense.
Brooks Brothers, la tienda de los blancos, anglosajones y protestantes, de la gente relevante –ellas y ellos–, rica e influyente de Estados Unidos ha quebrado y ha solicitado la suspensión de pagos. Brooks Brothers ha solicitado acogerse al capítulo 11, el primer paso a un largo proceso por bancarrota del que se puede salir airoso si un comprador asume las deudas acumuladas y reinicia el negocio con nuevas estructuras financieras más frescas, innovadoras y rentables.
La noticia de la caída de Brooks Brothers ha sido un capítulo más de la larga serie de cambios provocados por el efecto de la Covid-19 y en el cambio de comportamienos en el consumo del público. En este caso, la cultura de lo informal impuesta por la pandemia, las nuevas normas en el vestir, mucho más desenfadadas, la necesidad de dejar los trajes y las corbatas a un lado, el teletrabajo y la imposibilidad de acudir a las tiendas ha significado el final de esta icónica leyenda americana.
El actual propietario, el italiano Claudio del Vecchio, que adquirió BB en el 2011 e intentó globalizar la compañía abriendo tiendas en todo el mundo, presentó la quiebra la pasada semana ante un juez del distrito del estado de Delaware. BB mantenía en España una tienda en la calle Velázquez de Madrid y varios outlets, uno de ellos en La Roca del Vallès de Barcelona.
Pero han sido las tiendas insignia de Nueva York las que han acompañado en imágenes la noticia del cierre. La tienda de Madison Avenue, en el corazón mismo de Manhattan, en Nueva York, a pocas manzanas de la estación Central de la calle 42, ha abierto sus puertas a las cámaras y lo que han visto las lentes y los periodistas son salas repletas de ropa de la más alta cualidad, sedas y cachemiras, algodones y linos, zapatos y accesorios de lujo hechos en Japón, Italia e Inglaterra, orgullosamente ensamblados en EE.UU., sin nadie que los comprara.
No es la única marca que ha quebrado en la crisis causada por el coronavirus. J.C. Penney, J. Crew y Neiman Marcus, otras marcas de ropa súper americanas, han solicitado acogerse al capítulo 11.
Pero de todas ellas, la quiebra de Brooks Brothers es la más significativa por lo que representaba desde su nacimiento en 1818 de la mano del camisero y visionario Henry Sands Brooks. Es precisamente 1818 la línea más clásica de la firma, cuyos trajes, preparados para ser utilizados en todo momento, incluían desde hace años un pin con la bandera americana. Y qué decir de las camisas con botones en el cuello -las bottom down – que representaron una innovación en la forma de vestir formal…
BB representaba la América de los opulentos, los ricos, los famosos y la gente con éxito, era la marca que inevitablemente acompañaba a los licenciados de las universidades de la Ivy League. BB era la marca que Ralph Lauren intentó imitar y substituir, y que era el sello de una forma de vida, el sello del éxito en el sueño americano.
Solo en EE.UU., BB tenía 250 tiendas. Inmediatamente se cerrarán 51 ellas. Conocida como una referencia en el vestir, sus trajes azules y grises marengo enfundaron la imagen de presidentes americanos, desde Abraham Lincoln, John Kennedy, Richard Nixon y Bill Clinton a Barack Obama y Donald Trump.
Sus trajes y sus camisas con el pliego en el puño acompañaron también las vidas de actores como Clark Gable o Katherine Hepburn. Por no hablar de la elegante imagen de Mad Men. La mayor parte de los actores, que daban vida a los publicistas de Madison Ave., como Jon Hamm o John Slattery, lucían trajes de BB.
La historia explica que cuando Lincoln fue asesinado vestía un traje de BB, y que Franklin Delano Roosevelt llevaba una capa con cuello de la firma en la histórica fotografía que selló la Conferencia de Yalta en 1945. Por no hablar del black tie . Los smokings de BB sellaron toda una época.
Ahora, con deudas acumuladas de 300 millones de dólares, la propiedad buscará un nuevo comprador, alguien que crea factible evolucionar desde el lujo de la ropa de BB hacia un patrón más informal que permita mantener a flote esta marca que representó y estuvo presente en los momentos más solemnes de Estados Unidos y que ahora cae en medio de una pandemia y una crisis social en su país difícil de combatir con sus buenos trajes y corbatas
de seda.